SUDÁN: LA GUERRA MÁS LARGA DE ÁFRICA

 

La guerra de Sudán es la más larga de África, son ya 32 años de conflicto bélico y parece no tener fin. Las pérdidas humanas y materiales son incalculables, los refugiados y desplazados se cuentan en millones. La población negra del país más grande del continente africano ha sido reducida a vivir en una miseria inhumana y denigrante por el simple hecho de contar con una raza y creencias religiosas diferentes y de encontrarse en medio de una guerra que muchos no entienden.

 

La guerra en Sudán comenzó en 1955, en los albores de la independencia, la cual se obtuvo finalmente el uno de enero de 1956. Era el principio de una nueva era para Sudán, marcada por la división radical entre el norte árabe y musulmán en su mayoría y el sur africano negro practicante de religiones tradicionales y cristianas. La historia contemporánea de Sudán ha estado marcada por la violencia y la muerte.

  • Las causas de esta guerra son diversas: el Gobierno, ubicado en el norte, se esfuerza por implantar en todo el país el Islam y su legislación; los derechos humanos de los negros del sur son violados sistemáticamente y los beneficios del desarrollo se quedan, casi en su totalidad, en el norte.

    Después de 17 años, la primera etapa de la guerra de Sudán llegó a su fin con el acuerdo de Addis Abeba, en Etiopía, firmado el 27 de febrero de 1972. El Acuerdo garantizaba el nacimiento de una nueva etapa en la vida de Sudán, basada en la paz, la igualdad, la justicia, la libertad religiosa y el desarrollo. Pero por desgracia este pacto no fue respetado, sólo quedó en el papel.

    Los diez años siguientes al acuerdo de paz, la situación se fue deteriorando en la medida en que los grupos fundamentalistas islámicos presionaban para transformar el país en un Estado islámico. Finalmente, la legislación islámica fue impuesta en todo el país, el árabe siguió siendo el idioma oficial, la violación de los derechos humanos de la población negra del sur se volvió sistemática de nuevo, los programas de desarrollo humano que se obtuvieron como consecuencia del acuerdo de paz fueron concentrados en el norte del país y los servicios sociales llegaron al sur de una manera tan mínima e insignificante que no marcaron ninguna diferencia en la vida de la gente.

    Unido a lo mencionado con anterioridad, el descubrimiento del petróleo integró un elemento nuevo al conflicto. El Gobierno intentó mover más hacia el sur la línea política que señala las fronteras entre el norte y el sur con el fin de reducir el territorio negro y tener mayor acceso a los recursos petroleros que se ubican, casi en su totalidad, en las tierras del pueblo nuer, en el sur. Las reservas probadas hasta ahora son de diez billones de barriles de petróleo crudo y tres trillones de pies cúbicos de gas natural.

    SEGUNDA ETAPA DE LA GUERRA EN SUDÁN

    Fue en marzo de 1983 que el conflicto bélico se reanudó en Sudán con la formación del Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (siglas en inglés: SPLA), debido a las razones mencionadas antes. Esta etapa de la guerra ha sido más violenta y mortífera que la anterior debido a la utilización de armamento moderno y más sofisticado, el uso de grupos paramilitares, y la utilización de ayuda humanitaria y alimentos como armas de guerra por parte del Gobierno.

    Existe una gran cantidad de libros y artículos de revistas y periódicos basados en una infinidad de documentos que demuestran lo anterior, por ejemplo: Burr Millard J. y Colllins O. Robert, Requiem for the Sudan, war, drought, and di-saster relief on the Nile (Requiem para Sudán, guerra, sequía y ayuda humanitaria en el Nilo), Westview Press, 1995, United States of America.

    Otro elemento que incrementa la violencia son las divisiones étnicas y políticas entre los pueblos de sur. Por último, las sequías y las inundaciones que Sudán ha padecido durante los últimos años han añadido sufrimientos y muerte a la población civil afectada por la violencia. Suman ya más de millón y medio los fallecidos como consecuencia de esta guerra y sus efectos colaterales como el hambre y las enfermedades.

     

    DIVISIONES EN LA FAMILIA

     

    El SPLA desde sus inicios ha estado dividido en dos grupos: uno que lucha por un Sudán unido, democrático y secular, y el otro que busca la independencia. Esta división interna al interior del SPLA más los conflictos tradicionales entre las tribus del sur ha producido miles de víctimas. De hecho, una facción del SPLA se separó en agosto de 1991 creando el Movimiento de Sur Sudán por la Independencia (siglas en inglés: SSIM), formado en su gran mayoría por el pueblo nuer. El Gobierno ha sabido sacar ventaja de estas divisiones «comprando gente», «haciendo amigos» para que se hagan la guerra ellos mismos.

    Por desgracia, muchos líderes del sur no aprenden nada de la historia y otros buscando sus beneficios personales se convierten en aliados del Gobierno en contra de su propio pueblo. Un ejemplo claro de esto es el conflicto actual entre el pueblo nuer, que en lugar de unirse para luchar contra el enemigo común, dos líderes de la misma tribu se están haciendo la guerra y sacrificando a su propio pueblo, los muertos ya llegaron a 400 y los desplazados son miles.

     

    LA COMUNIDAD INTERNACIONAL Y EL HAMBRE EN SUDÁN

    La posición de la Comunidad Internacional ha sido ambigua y de acuerdo a sus propios intereses, como siempre. Al principio de la etapa actual de la guerra se puso del lado del Gobierno. Cuando, entre 1984-1986 el hambre golpeó Sudán, la ayuda humanitaria, procedente en su mayoría de Europa y los Estados Unidos, sólo benefició al norte del país. Estados Unidos, en particular, se relacionaba con Sudán como un amigo y aliado en su lucha en contra del comunismo en África, le proporcionaba ayuda económica y no cuestionaba las tácticas de guerra y la distribución imparcial de ayuda humanitaria practicada por las autoridades. El SPLA, al principio se declaró como un movimiento que buscaba la transformación de Sudán en un Estado socialista.

    La presión de la prensa internacional influenció las relaciones entre Sudán y Estados Unidos, y el fin de la guerra fría, con la caída del muro de Berlín, le dieron el toque final. Ahora el enemigo a vencer para los Estados Unidos no es el comunismo, sino el terrorismo y los grupos fundamentalistas que lo apoyan, promueven y utilizan para alcanzar sus fines. Estados Unidos calificó a Sudán como un Estado terrorista y ha cambiado su posición en relación a la guerra con este país. Ha impuesto diversos embargos y muchos afirman que apoya al SPLA; el 20 de agosto del año pasado bombardeó una fábrica que, según ellos, producía gases que pueden ser utilizados para la producción de armamento químico.

    También la actitud en relación al ayuda humanitaria ha cambiado a la creación en 1989 de la Operation life-line Sudan (Operación línea de vida para Sudán), un programa neutral bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas y con el apoyo principal de los Estados Unidos y la Comunidad Europea, que asiste a los afectados por la guerra en ambos lados: tanto en los lugares controlados por el Gobierno como en los que se encuentran bajo el SPLA y otros grupos armados.

     

    CONCLUSIÓN

    Mientras las partes en este conflicto continúan con su guerra, que al parecer no quieren terminar, la prensa ha mostrado al mundo la situación de la población civil y ha afirmado que cerca de dos millones y medio de sudaneses del sur se encuentran al borde de la muerte si no son auxiliados de inmediato. La comunidad internacional ha respondido a la emergencia y el auxilio está siendo proporcionado. Sin embargo, no hay aún un interés claro por buscar una solución de raíz a la guerra y el problema del hambre en Sudán, sino que más bien la indiferencia política reina, la violencia y la muerte continúan y los señores de la guerra se enriquecen.